En este artículo, el investigador e historiador del arte William Alfonso López Rosas aborda, desde un punto de vista teórico, la necesidad de historiar la crítica de arte en Colombia reseñando los principales esfuerzos que, en este sentido, se han hecho hasta el momento. El autor parte de una cita de Rafael Gutiérrez Girardot donde se exige la asimilación crítica de lo extranjero para una escritura social de la literatura hispanoamericana. A partir de allí, justifica su interés en la historia de la crítica de arte y afirma que ésta, al menos en Colombia, sí ha existido; no obstante, su memoria ha sido ignorada por historiadores e intelectuales. López divide su texto en tres partes. En la primera, examina el significado de la expresión “crítica de arte” y establece una diferencia entre dos acepciones: la primera, ligada a Giorgio Vasari, incluye toda la literatura sobre el arte; la segunda, cuyo inicio se remonta a Denis Diderot, está ligada a la modernidad y se refiere a una práctica especializada. López afirma que la crítica en Colombia existe en ambos sentidos, al menos desde el siglo XIX. En la segunda parte del artículo, se reseñan brevemente los esfuerzos hechos en Colombia por historiar la crítica de arte. El autor resalta especialmente los trabajos de Álvaro Medina, Carmen María Jaramillo (véase “Una mirada a los orígenes del campo de la crítica de arte en Colombia”, doc. no. 1094156), Carolina Ponce de León, Ruth Acuña y Gabriel Giraldo Jaramillo. En este apartado, se analizan brevemente trabajos de cada uno de estos investigadores, estableciéndose así un panorama general del estado de la historiografía de la crítica de arte en Colombia a principios del siglo XXI. Por último, el autor se refiere al estado de la crítica de arte durante los últimos años. Se lamenta de la crisis causada, a mediados de los noventa, por el cierre ostensivo de los medios masivos al discurso crítico y por el florecimiento de un mercado del arte ligado al lavado de activos. Según López, los críticos fueron incapaces de consolidar el legado flexible de Marta Traba y el arte volvió a ser elitista y excluyente, al concentrarse en pocos nombres y escasas instituciones. Sin embargo, se constata el surgimiento de una nueva generación especializada en el campo del arte; la cual aprovecha espacios alternos de difusión como la web y abandona la función mesiánica del crítico, privilegiando el papel activo del lector. A este último grupo pertenecen personas como Jaime Iregui, Ricardo Arcos-Palma y Lucas Ospina, entre otros.