Este es el primer texto crítico que el artista y crítico colombiano Bernardo Salcedo (1939–2007) escribe con el seudónimo de “Germán Lleras de Francisco” a su regreso al país, en 1979, tras tres años de habitar en Europa. Dos de esos años, ocupó el cargo de Agregado de Negocios de la Embajada de Colombia, en Budapest (Hungría). En dicho período, en un contexto radicalmente distinto a los que hasta entonces conocía, Salcedo desarrolló la serie Cosas nuevas, a la que se refiere el artículo y marca un cambio importante en su carrera. Con esta serie, la cual viajó por Europa y Norteamérica, el artista dio un giro hacia formas más clásicas, después de haberse caracterizado por su energía “rupturista”. Tal cambio se explica, además del sentimiento que despertaron en él las ciudades de Budapest, de Praga (entonces Checoeslovaquia) y Cracovia (Polonia), el hecho de que su vecino de habitación durante el primer año que moró en Budapest fuera el historiador del arte británico de origen húngaro Arnold Hauser (1892–1978).
1978 no fue sólo el último año de vida de Hauser, sino también el período en el que recobró a la ciudad de Budapest, después de haber habitado en Inglaterra desde que inició su carrera como historiador. Con Hauser, Salcedo mantuvo animadas conversaciones sobre historia del arte que dieron nuevas fronteras a su mirada. Ésto se sumó a la idea de recuperación que brindaba el patrimonio arquitectónico de la entonces Budapest socialista; la cual, con el propósito de ser restaurada, se mantuvo durante años cubierta de andamios. Enriquecieron esas imágenes, que concluyen en el universo de territorios mínimos de la propuesta de Salcedo de las Cosas nuevas, sus constantes visitas a los mercados de viejo, tanto en Cracovia como en Viena.