El texto de la crítica y curadora María Iovino (nac. 1962) fue publicado en el folleto que acompañaba la exposición de Danilo Dueñas (nac. 1956) Sin las palabras circundantes (2002), realizada en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. Dicho texto es pertinente porque Iovino se arriesga a realizar una nueva exégesis de la obra de Dueñas que va en contravía de las interpretaciones anteriores; al decir que, así como su obra es inestable, el discurso que interpreta tiende a ser igualmente “inestable”. De hecho, Iovino hace referencia a que el título de la exposición Sin las palabras circundantes tiene que ver con la dificultad y el carácter inapropiado que el lenguaje brinda para tenerse una experiencia abarcadora de la obra de Dueñas. La importancia del texto radica, principalmente, en que Iovino se detiene a pensar en las facultades plásticas de la obra del artista, describiendo cómo se comportan algunas de ellas. La inestabilidad de dichas operaciones plásticas, así como la relación que el artista sostiene con cada una de ellas, hacen que el formato se desborde y surja lo que la crítica identifica como “construcciones pictóricas”, en lugar de pinturas en un formato específico. De hecho, se resalta el valor conceptual de las pinturas de Dueñas en relación con el material que las constituye.
Adicionalmente el texto es fundamental porque se encuentra una lectura de la obra Trailer exhibition; trabajo que se presentó en el Salón Nacional de Artistas (de 1996), el cual, para Iovino, es el antecedente claro de esta exposición (junto con las obras Espacio preservado I y Espacio preservado II) por el hecho de marcar un giro en el trabajo del artista. Para Iovino, Trailer exhibition no sólo promovía la postura que Dueñas asumía frente a exposiciones de gran envergadura como el Salón Nacional, sino que esta es, en sí misma, una especie de trabajo crítico donde se hace una selección específica de obras en un espacio cerrado creado por el artista. Esta es la primera vez que se ofrece una lectura completa de una obra que fue considerada hito de la historia del arte colombiano en la Bienal de Arte de Bogotá de 2002.