Para el investigador interesado en las ideas estéticas y en la historia de la crítica de arte, este documento de Rogelio Echavarría (n. 1924) constituye un indicio muy completo sobre el estado de la discusión en torno al arte americano en Colombia, escrito en 1949. La pregunta por la incorporación de cada país de la región al espíritu latinoamericanista fue central para los procesos culturales posteriores a la época de la Independencia. Hacia mediados del siglo XX, en Colombia existía un buen número de artistas comprometidos con el americanismo y otros que anhelaban expresiones plásticas no necesariamente inspiradas en él. La presencia de representantes de uno y otro grupo en esta encuesta (los casos de Acuña y Grau, por ejemplo), la hace una fuente amplia en cuanto explora diversas perspectivas en torno a un mismo campo de discusión.
En este sentido, llama la atención el rechazo común a la afirmación de que la pintura colombiana es “débil y triste”, simultáneo a la confianza generada por los procesos de apropiación del entorno, llevados a cabo en las primeras décadas del siglo. El único encuestado que opina que hay “cierta debilidad” en la expresión plástica nacional es el crítico de origen polaco y formado en la tradición europea, Casimiro Eiger. En general, las respuestas dan cuenta de un arte comprometido con su entorno y permeado por la conciencia de “la americanidad”, aunque en ciernes y lejos aún de conseguir la formación de una escuela propia. En suma, el artículo propone una discusión profunda caracterizada por la seriedad conceptual y por la argumentación cuidadosa; lo que da cuenta de la existencia de un intercambio de ideas entre artistas y críticos colombianos que, en la época, complementaba la actividad plástica de los primeros.