Hacia fines de los veinte, se hace más frecuente en la prensa colombiana la publicación de colaboraciones provenientes de otras partes del continente; son textos que enfatizan los nuevos procesos culturales que se estaban produciendo a lo largo de la región. Las consecuencias de la Revolución Mexicana y su impacto en el campo artístico son un asunto bastante significativo. El autor del texto, Martí Casanovas (1894−1966), había llegado a Cuba proveniente de la península ibérica en los años veinte. Formó parte del Grupo Minorista que introduce, de una forma u otra, las ideas de la vanguardia en la isla. Casanovas colaboró en varias publicaciones y fue uno de los fundadores, en 1927, de la revista de avance, donde jugó un activo papel como crítico de arte. Durante la dictadura del General Gerardo Machado (1925−1933), Casanovas fue encarcelado y expulsado de Cuba, fijando su residencia en México, país desde donde escribió para diversas publicaciones de América Latina.
En este texto retoma un tema que le interesa especialmente a Casanovas, pues se refiere a lo que él llama “la liberación del indio”, circunstancia paralela a su emancipación económica y a la posibilidad de ejercer un nuevo papel social. El aspecto más significativo del artículo es valorar cómo el arte indígena —imposible de realizarse como propuesta de cuño nacional desde la Colonia— vuelve a ocupar un papel destacable, e incluso más allá de las artes populares. Tal rol fue recuperado por el interés de los artistas involucrados en el legado de la revolución en volver a mirar sus fuentes de inspiración como punto de partida de sus obras.