El poeta y crítico de arte colombiano Luis Vidales Jaramillo (1900?1990) era partidario del abstraccionismo en cuanto este permitía restituir la esencia del dibujo y prescindir de lo accesorio; argumentos que el crítico utiliza para juzgar con alborozo causado por las caricaturas del artista Omar Rayo (1) (1928?2010) y el esfuerzo de síntesis que está presente en sus obras. En este sentido, la defensa acérrima de la caricatura expuesta en este artículo resulta de gran interés para dilucidar las discusiones teóricas que se generaron en torno de ella. Además, llama la atención el entusiasmo del crítico ante el joven artista, que entonces contaba con apenas veinte años de edad y aún estaba lejos de la fama internacional conquistada años después.
Rayo es uno de los artistas geométricos más importantes de la segunda mitad del siglo XX en Colombia. En 1950, hacía apenas dos años que había llegado a Bogotá proveniente de Cali y buscaba hacerse un nombre en el contexto artístico de la capital. De esta época son dos series de su producción artística: por un lado, los retratos de los asiduos al café “El automático de Bogotá” —entre quienes se contaba Vidales, el autor de este artículo. Ese registro fisionómico (hecho en pequeños trozos de madera) recibió el nombre de “maderismo”. Y, por el otro, los dibujos y acuarelas en los que experimentó con la figura humana a partir de la deformación de bejucos, lo cual se conoció como “bejuquismo”. Este artículo se sirve de una exposición de esta última serie para entablar una discusión sobre el papel de la caricatura en el sistema de las artes y sobre el valor de la abstracción como elección pictórica.