Por la calidad y la cantidad de obra producida, Pedro Nel Gómez (1899–1984) fue el miembro más destacado del muralismo colombiano; un movimiento que tuvo en Ignacio Gómez Jaramillo (1910–1970) otro de sus protagonistas de mayor destaque.
Nel Gómez se dedicó a la búsqueda de una plástica nueva en Colombia convirtiéndose en figura controvertida del arte nacional. Dejó obras de consideración en cada disciplina en la que operó: ingeniería civil, arquitectura, urbanismo, pintura, escultura y dibujo. A principios de los años veinte, mientras unos artistas pintaban estampas folclóricas, Nel Gómez ya exploraba aquellos territorios del arte moderno. Es así como estudió en Medellín y permaneció en Europa (entre 1925 y 1930). Fue en Florencia donde aprendió la aplicación de la técnica del fresco. Esta entrevista refleja, de forma excepcional por el sentido didáctico que caracterizó al pintor, la lucha que le tocó librar a su generación en defensa de “lo nuevo”.
En 1930, de regreso a la ciudad de Medellín, hizo una exposición, dedicándose a pintar y enseñar hasta 1934, año clave de la moderna pintura colombiana cuando la exposición en Bogotá, que comenta el presente documento, lo dio a conocer en el país. A pesar del atraso, es evidente la necesidad de mostrar el ímpetu de la pintura colombiana con respecto a países como Brasil, México, Argentina y Cuba. Se debió en parte a que los pintores protagonistas del cambio se encontraban en Europa, así como a la crisis económica internacional derivada de la quiebra del Martes Negro de Wall Street (recesión económica de 1929), situación mundial que redujo, considerablemente, el trabajo de aquellos artistas que habían vuelto con anticipación, como el caso de los pintores Luis Alberto Acuña (1904–1984) y Pedro Nel Gómez.