Texto publicado en el catálogo trilingüe (portugués, francés e inglés) de la muestra Do figurativismo ao abstracionismo, organizada por el crítico de origen belga Léon Degand para inaugurar con él el MAM-SP (Museu de Arte Moderna de São Paulo), en marzo de 1949. La muestra reúne 95 obras de 51 artistas, de los cuales sólo tres son nacidos o radicados en el Brasil: Waldemar Cordeiro (Italia), Cícero Dias (Recife, Pernambuco) y Samson Flexor (Rumanía). La gran mayoría pertenece a la llamada “École de Paris”: Jean Arp, Robert y Sonia Delaunay, César Domela, Auguste Herbin, Fernand Léger, Alberto Magnelli, Francis Picabia, Pierre Soulages, Victor de Vasarely y Jacques Villon; además en los casos de Alexander Calder, Wassily Kandinsky, Frank Kupka y Joan Miró, los dos últimos residentes entonces de la capital francesa. En el catálogo se incluye un texto de presentación firmado por la Dirección del MASP, haciendo destacar el hecho de que aunque la abstracción predomine en la exhibición no implica una toma de posición de la institución respecto a dicha tendencia artística. Hay un prefacio del crítico de arte brasileño Sérgio Milliet donde declara no ser “partidario” de la vertiente abstracta, ni tampoco un “entusiasta” del realismo, sino, simplemente, un profesional atento específicamente a “la realización artística”. Al final se presenta la ilustración de algunas de las obras de la muestra. 

El ensayo es del crítico de arte belga Léon Degand, uno de los colaboradores de la revista Art d’aujourd’hui y gran defensor de la abstracción que empieza a tener espacio en las galerías parisinas de la posguerra. En 1945 llega a Francia, iniciando su crónica artística en Les Lettres françaises dirigida por el poeta Louis Aragon. Es el autor del libro Chagall: peintures (1942?45), que le trajo cierto reconocimiento internacional. Con su prestigio fue nombrado director del MAM-SP (Museu de Arte Moderna de São Paulo), cumpliendo su mandato de 1947 a 1951, cuando “Ciccillo” Matarazzo lo propone para hacerse cargo de la Primeira Bienal de São Paulo (1951).

En el texto se señala el desarrollo de la “conciencia” de autonomía del arte entre aquellos pintores que emergen después del impresionismo. La idea de una pintura “que se baste” en sí misma, y que no “deba ser ninguna otra cosa a no ser pintura”, a juicio de Degand, llega a su estado más alto con el arte abstracto; en él, forma y color dejan de tener nexo con las apariencias del “mundo exterior”. El autor opina que los pintores abstractos, así como los músicos y los arquitectos, “se sirven tan sólo de los elementos inherentes a su arte”. Siguiendo la trayectoria de la historia del arte moderno, Degand trata de explicar “lo que es abstracción” de acuerdo a “las leyes” de la pintura figurativa. En su texto, considera que existen niveles de vínculos entre modelo y tema, por un lado y, por el otro, representación plástica. Se vale para ejemplificarlo de “la petite sensation” de Paul Cézanne hasta la “libertad del espectador” frente a cuadros de Wassily Kandinsky, de Paul Klee, de Alfred Manessier, etcétera. Cuidándose de no valorar con su juicio ninguna “superioridad” ya sea de la figuración o de la abstracción, Degand pretende proyectar que queda ajeno, así, a “cualquier tipo de sectarismo”. 

En referencia al debate entre realismo y abstracción, hay un reportaje publicado en el Diário da Noite donde dan sus opiniones en favor de la figura “humana” el escultor Victor Brecheret  y el pintor Lasar Segall: “Em torno do Terceiro Salão de Maio” [doc. no. 1085032].