A raíz de la muerte del artista colombiano Pedro Alcántara Quijano Montero (1878–1953) aparecieron publicadas dos notas póstumas; ambas en la edición del 20 de septiembre en el periódico El Tiempo. La primera fue escrita por el artista Dolcey Vergara, el entonces director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá; la segunda, que nos ocupa, es uno de los pocos escritos conocidos del artista Miguel Díaz Vargas (1886–1956), en el cual, además de resumir la carrera artística de Quijano y adentrase en los orígenes de su pintura, da cuenta de la fundación del Círculo de Bellas Artes en Colombia, en 1920. Se resalta su participación en sus actividades al lado de Quijano, Domingo Moreno Otero (1882–1948), Coriolano Leudo Obando (1886–1957), Ricardo Borrero Álvarez (1874–1931) y Ricardo Gómez Campuzano (1891–1981).
Quijano Montero es, junto con Dionisio Cortés (1872–1934) y Andrés de Santamaría (1860–1945) uno de los artistas que hicieron obras históricas y conmemorativas en Colombia, durante el cambio de siglo, obedeciendo al espíritu nacionalista en el país, acentuado por la celebración del Primer Centenario de la Independencia (1919). Después de su paso por la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, Quijano viajó a España (1916) y estudió en Madrid en la Academia de San Fernando. Allí, estuvo en contacto con el trabajo neoclásico de José de Madrazo (1781–1859) y de cuño romántico de Mariano Fortuny (1838–1874), maestros suyos en quienes encontró las bases de la pintura que haría a su regreso a Colombia.
Son pocos los artículos que tratan de las actividades del Círculo de Bellas Artes. En este sentido, este presenta las descripciones de Díaz Vargas sobre la organización, las actividades y las discusiones que tenían lugar en el Círculo, y menciona, además, la importancia en la época de la pintura de paisaje al aire libre.