La historiadora del arte Jennifer A. González analiza en este ensayo la obra de seis fotógrafos chicanos: Miguel Gandert, Delilah Montoya, Harry Gamboa, Jr., Kathy Vargas, Christina Fernández y Robert C. Buitrón. La autora compara aspectos formales y conceptuales de la obra de estos artistas chicanos con la de otros fotógrafos contemporáneos. Sugiere, además, que la representación de uno mismo y de la comunidad a través de la fotografía es un principio clave de tanto la fotografía chicana como de la fotografía contemporánea en general. Se estudia la forma en que los artistas chicanos han sido capaces de producir un relato histórico culturalmente específico, manteniendo, al mismo tiempo, principios de una práctica artística contemporánea que es universal. Sustenta que la fotografía chicana de los últimos tiempos ha iniciado un diálogo con otras modalidades de la fotografía actual, conservando, no obstante, alusiones a los íconos culturales de su comunidad. La autora declara que, en última instancia, lo que distingue a los fotógrafos chicanos de sus coetáneos es su visión cultural específica de los acontecimientos históricos, siendo que su postura activista se empeña en la erradicación del racismo en las artes plásticas. A su juicio, el resultado de las iniciativas de estos artistas chicanos ha sido producir un conjunto de nuevos íconos culturales, los cuales, simultáneamente, ponderan los nexos existentes entre mainstream y grupos marginales.