Una solicitud del Concejo Municipal de Bogotá solicitando la eliminación de los murales que el artista colombiano Ignacio Gómez Jaramillo (1910–1970) había pintado en el Capitolio Nacional de Colombia dio lugar a una polémica que recoge este documento.
La aparente mesura del comentario del periódico colombiano El Tiempo en su página editorial era la expresión cabal del espíritu conservador de una época reacia a cambios culturales; una situación contra la cual luchaban los pintores jóvenes de aquel momento. El documento debe leerse en el contexto de la oposición política al gobierno liberal de Alfonso López Pumarejo (1934–38; 1942–45), hostilidad que afectó indirectamente al muralismo en Colombia, perjudicando la versión de obra monumental ensayada por Pedro Nel Gómez (1899–1984), el más fecundo pintor al fresco de la época.
El argumento central de la crítica del diario colombiano y conservador El Siglo (por la censura de los murales del Capitolio) giró en torno a la manera como Gómez Jaramillo concebía la figura humana, formulándole objeciones sobre las que él volvería con terca insistencia a través de los años. En la primera parte de la polémica, el diario El Tiempo defendió los frescos señalando las virtudes de colorido y composición; posteriormente, las circunstancias lo hicieron cambiar de opinión y pasó a atacarlos.
La que estaba llamada a ser una época heroica de la pintura mural en Colombia concluyó en medio de total languidez crítica. Es notorio que en esta polémica primó la opinión de los periodistas y dirigentes políticos. Con la excepción tanto del poeta Darío Samper (1909–1984) como del pintor Luis Alberto Acuña (1904–1984), ningún otro intelectual destacado se interesó en explicar y defender los murales de Gómez Jaramillo.