Para la investigación histórico-artística en Colombia son relevantes al menos dos aspectos que este artículo desarrolla. El primero se refiere al lugar de producción del artículo y el segundo a la creación de murales al fresco en la década de los cincuenta, hecha a partir de nuevos lenguajes plásticos. La autora, la artista Teresa Tejada (nac. 1928), quien tenía formación en diseño arquitectónico, participó de Prisma, la revista ideada y dirigida por la crítica argentina Marta Traba (1923–1983) para acercar el público colombiano al arte moderno. Este proyecto editorial se extendió a doce números (a lo largo de 1957) y en él participaron activamente los alumnos de los cursos de arte que Traba dictó en la Universidad de América en Bogotá, entre los que se encontraba Tejada. Su artículo es un ejemplo de la práctica de la crítica artística en la que se formaron estos alumnos, dándose énfasis a valores formales, a la abstracción como máximo logro plástico y a la idea de progreso en el arte. En este sentido, Tejada analizó y destacó el tratamiento en clave moderna de la línea, la composición y el color en los murales de Alejandro Obregón (1920–1992) y Hernando Tejada (1925–1998). Además de articulista, la autora estuvo encargada del diseño de la publicación.
Los frescos de estos artistas son testimonio del auge del muralismo a mediados de la década de los cincuenta cuando contó con cierto apoyo del Estado Colombiano, de la Iglesia y de la élite industrial y financiera para la decoración de edificios públicos y privados. [Véase “Pequeña historia del M.N.A.P.”, doc. no. 858455]. A su vez, estas pinturas murales son ejemplo de la producción de obras murales en Barranquilla, en Cali y en Palmira; es decir, en ciudades distintas a Medellín y Bogotá —centros incuestionables en las décadas anteriores a los años cincuenta— amén de la necesidad de acudirse a la historia local como eje temático persistente en el muralismo colombiano.