Este artículo participa de la polémica que levantó el Salón de Arte, organizado por la Escuela de Bellas Artes de Bogotá (1904). No sólo da cabida a la historia de la crítica de arte del siglo XX en Colombia, sino que articula uno de los momentos fundamentales de la discusión. Aquel que, sobre el impresionismo, suscitó la obra de Andrés de Santamaría en el medio colombiano. Desde este momento en adelante, la caracterización de este artista —que se asocia al impresionismo y al postimpresionismo— no sólo tendrá incidencias en la valoración particular de su obra sino en la conceptualización y periodización del arte local, cuando es asociado a los movimientos de la vanguardia europea.
Diferentes historiadores del arte —dentro de los que se cuentan críticos como Germán Rubiano (nac. 1938), Álvaro Medina (nac. 1942), Beatriz González (nac. 1938) y Eduardo Serrano (nac. 1939)— han vuelto sobre esta polémica para establecer, desde orillas disímiles, su interpretación y valoración de la obra de Santamaría. De paso, se ancla el origen del arte moderno al influjo que su obra y enseñanzas establecieron dentro de sus alumnos.
El escritor y crítico colombiano Baldomero Sanín Cano (1861–1957) juega un papel fundamental dentro de la historia de la literatura colombiana. Su trabajo como ensayista está asociado a la defensa del modernismo; movimiento que, al nivel internacional, está relacionado con la obra de Rubén Darío (1867–1916) y José Martí (1853–95) y, al nivel nacional, con la figura poética de José Asunción Silva (1865–96). Como crítico de arte, Sanín Cano establece, con este artículo, y en coherencia con su radical vocación cosmopolita, el tono de la polémica de 1904, en la que participaron, inclusive, Maximiliano Grillo (1868–1949), también conocido como Max Grillo, y Ricardo Hinestrosa (1) (1874–1963), abogado y educador colombiano.
La atribución de este artículo a Sanín Cano está fundada en el índice de autores que la misma Revista Contemporánea publicó en el no. 6 (marzo de 1905) en Bogotá.