La investigación de la crítica colombiana María Elvira Iriarte sobre los inicios de la abstracción en Colombia se respalda en fuentes primarias, generando una estructura que permite identificar los principales eventos, artistas y problemáticas relacionadas con el arte abstracto en el periodo referido. Los hechos que marcaron esta época (1955?1960) representaron cambios importantes para el país: la renuncia esperada del General Rojas Pinilla, la cual dio paso a la reapertura de los diarios de mayor circulación, clausurados durante el período de la dictadura; asimismo, el Salón Nacional de Arte vuelve a la escena de las artes, tras haber sido cancelado en 1953; y, por ende, el panorama de la plástica adquiere un espacio amplísimo fuera del país.
Esta etapa representó un momento prolífico para el campo del arte y no sólo desde la producción de obras (en gran medida abstractas), sino por el espacio abierto en términos de difusión, donde tuvieron lugar polémicas agudizadas entre 1958?1959; las cuales, a juicio de Iriarte, se debaten entre la defensa y el rechazo a las nuevas formas de expresión provenientes de la tendencia no figurativa. Los artistas que protagonizaron la escena fueron: Alejandro Obregón (1920–1992), Eduardo Ramírez Villamizar (1923–2004), Édgar Negret (1) (1920?2012), Judith Márquez (1925–1994), Armando Villegas (2) (1928?2013), Lucy Tejada (3) (1920?2011), Enrique Grau (1920–2004), Juan Antonio Roda (1921–2003), Alberto Arboleda (4) (1925?2011), Guillermo Silva Santamaría (5) (1922?2007), entre muchos otros.
Las revistas Plástica (1956) y Prisma (1957) fueron las dos publicaciones especializadas en arte fundadas oportunamente para aquella época; la primera por la artista colombiana Judith Márquez (1925–1994), cuyos contenidos cumplieron con gran labor informativa, reflexiva y crítica muy significativa y la segunda estuvo a cargo de la crítica argentina, inicialmente radicada en Bogotá, Marta Traba (1923–1983), quien operó desde un enfoque más teórico que periodístico. Ambas revistas representaron un espacio definitivo para la consolidación y difusión de los cambios provocados por el aparecimiento del lenguaje abstracto en el arte colombiano; no obstante, a través de ambas publicaciones, la crítica de arte encontró cómo consolidarse.