Este artículo es la segunda y última intervención del editor y crítico colombiano Baldomero Sanín Cano (1861–1957) dentro de la polémica suscitada en el salón de arte que organiza la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, Colombia, en 1904, donde se expuso la obra del artista colombiano Andrés de Santamaría (1860–1945). Esta polémica, clave en los procesos de configuración de la crítica de arte en Colombia, no sólo estableció la pauta general de valoración de la obra de este pintor (asociada casi siempre al impresionismo y al postimpresionismo), sino que constituyó uno de los pivotes esenciales dentro la historiografía formalista del arte en el país para establecer la periodización de “lo nacional” asociado a movimientos de vanguardia europea de principios del siglo XX.
Aquí, Sanín Cano, implícitamente, responde a la valoración que el poeta Maximiliano Grillo, también conocido como Max Grillo (1868–1949), realizó de la obra de este pintor fundada tanto en la ausencia de “emoción” como en la redefinición de funciones dibujísticas en el meollo de la configuración general del cuadro.
Sanín Cano, figura intelectual de primer orden en el panorama latinoamericano del modernismo literario, establece una férrea defensa de Santamaría quien, a la sazón, como él mismo, había sido llamado por el presidente de Colombia, Alfonso Reyes, para participar activamente en su gobierno que se extendió desde 1904 hasta 1909.
Según el historiador Álvaro Medina (nac. 1942) en su libro Procesos del arte en Colombia, desde sus funciones en la dirección de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá (entre 1904 y 1911), de Santamaría logró establecer una corriente de arte antiacadémico, lo cual, innegablemente, constituye el primer capítulo de la historia del arte moderno en Colombia.
La atribución de este artículo a Sanín Cano está fundada en el índice de autores que la misma Revista Contemporánea publicó en el volumen no. 6 (marzo de 1905).