Esta entrevista, realizada al regreso de Europa de Luis Alberto Acuña Tapias (1904–84), el pintor, muralista y escultor colombiano, evidencia una percepción reivindicada también por otros artistas colombianos del período: tenemos una cercanía mayor con Madrid que con París. Los motivos que aduce son diversos: la lengua, las costumbres, los maestros y el desarrollo de una corriente artística que a su juicio es la adecuada. Un aspecto especialmente significativo en sus respuestas es la valoración dada a la enseñanza recibida en España; no sólo por la calidad de los maestros sino por las obras que conservan museos como El Prado; a su juicio, “la mejor y más completa colección” que supera a lo visto en Le Louvre parisino. Otro elemento llamativo, en lo que concierne a la enseñanza, es el valor que Acuña asigna al aprendizaje recibido vía obras de Velázquez, El Greco, Goya y Zurbarán. En su concepto, la copia de pinturas de esos artistas supera ampliamente la enseñanza que pueden aportarle los maestros de las escuelas a las cuales asistió.
Si para el estudiante colombiano es en Madrid donde se halla el ambiente más propicio para su formación, París, en cambio, es un peligro. Esa consideración surge por el predominio que allí se vislumbra de las corrientes modernistas, las cuales tan poca confianza despertaban. A fines de la década de los veinte, esta postura de Acuña no es solitaria; la compartían, incluso, otros artistas que seguían cuestionándose sobre la validez de las vanguardias.
Acuña fue uno de los artistas vinculados al movimiento artístico colombiano Bachué y mostraba enorme interés por el muralismo mexicano.