El título que la artista y crítica colombiana Beatriz González (nac.1938) le otorga al texto que publicó en la revista Arte en Colombia el año siguiente a la vigésima novena versión del Salón Nacional, “Un lustro es mucho tiempo”,indica, de entrada, su desconcierto frente a la ausencia del Salón entre 1980 y 1985; un cierre provocado por cambios estructurales en la organización del evento así como por la falta de presupuesto.
La tesis principal del documento plantea que el Salón de 1985 resultó un fracaso por el manejo que se le dio al asunto de los salones regionales; por lo mismo, González manifiesta —aludiendo a la expresión de Marta Traba— que el Salón Nacional no es en esta ocasión un “termómetro del arte del país” sino una simple “colcha de retazos tejida por la irresponsabilidad con la que se conformaron” dichas muestras locales. En ellas, la diversidad de criterios de selección se tornó evidente, pues no resultó estratégica la idea de nombrar un grupo de jurados para cada exhibición.
Este es uno de los textos publicados por González desde que asumió su rol de crítica de arte a principios de los años ochenta. Cabe destacar que su producción crítica ha sido prolífica y, por lo mismo, determinante para la revisión de las prácticas artísticas locales recientes. Con respecto a los Salones Nacionales, la artista no sólo ha participado con sus propuestas plásticas sino que además ha sido gran propulsora de su realización. Alude con frecuencia a la teoría de la crítica Marta Traba (1923–83), quien expresaba que el Salón “medía la temperatura” del arte en Colombia, para subrayar con ello la importancia del mismo.
Es importante anotar que, para este momento (finales de los ochenta), el país atraviesa por una situación socio-política asaz compleja; en 1985 es elegido como presidente Virgilio Barco (1921–97), lo que supone un proceso de transición de poder bajo un panorama poco alentador. El auge del narcotráfico tiene lugar en esta década, representando con ello un recrudecimiento de la violencia y, por lo mismo, una pérdida tajante de interés por los temas culturales y artísticos. En cambio, el foco está dirigido hacía problemáticas de cuño estrictamente social.