La decisión de la Junta Asesora de Artes Plásticas del Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura; entidad adscrita al Ministerio de Educación de Colombia, creado mediante reforma constitucional en 1968 bajo el gobierno de Carlos Lleras Restrepo), que suprimió los premios de la convocatoria al XXIII Salón de Artistas Nacionales (1972), generó una gran polémica. Esta involucró a artistas, críticos de arte y profesores de universidad. La prensa capitalina presentó el certamen como un Salón descentralizado, netamente oficial y sin premios. La razón de este dictamen se expresó en el comunicado de la Junta —grupo organizador del evento conformado por artistas, críticos y representantes del ente oficial: “Quedan eliminados los premios, menciones o reconocimientos en el Salón de Artistas Nacionales, con el fin de restarle a éste el carácter de concurso de individualidades o competencia crítica, y otorgarle el de una muestra rigurosamente seleccionada del trabajo creativo de nuestros artistas” (Gloria Valencia Diago, “Abolidos los premios del XXIII Salón Nacional”, El Tiempo, Bogotá, 13 agosto 1972, p. 7E c3). Ante esta notificación, la reacción de los artistas fue inmediata. En este artículo de El Espectador —entre los varios que generó la polémica por la eliminación de los premios—, los artistas expresaron su indignación e impugnan la medida de Colcultura. Argumentan que fueron mal interpretados, pues su reclamo no era contra los premios sino contra la forma obsoleta como se designaban en versiones anteriores y contra la selección parcializada de los jurados. “Esto es un robo a los artistas”, expresó Bernardo Salcedo (1939–2007) al periodista y como consecuencia vislumbra una “fuga de talentos hacia el exterior y el fortalecimiento de la empresa privada como motor único del desarrollo cultural”. Santiago Cárdenas (nac. 1937), Beatriz González (nac. 1938) y Eduardo Serrano Rueda (nac. 1939) de cierta manera coincidieron en que los premios debían equipararse entre sí. Es decir, se debía aumentar el número de premios así sea con un monto menor o crear otro tipo de estímulos tales como becas. Estas medidas, concluyen los artistas, impulsarían la obra de los más jóvenes. Asegura González que “No vamos a vivir siempre del arte que produzca Obregón, Botero o Villamizar, quienes ya se consagraron, si no atendemos los que desean comenzar”.