“A fuego lento” es una página de aparición regular del diario El Nacional dedicada a entrevistar a personalidades destacadas. Durante los noventa —según señala Edgar Alfonzo-Sierra—, el arte de Meyer Vaisman (n. 1960) produjo polémicas; era uno de los artistas venezolanos de mayor proyección internacional y había decidido regresar a su país después de vivir y trabajar 18 años en Nueva York donde alcanzó un “auge precoz”. La experiencia venezolana de Vaisman, según se revela a lo largo de la entrevista, había sido desafortunada. En 1989 obtiene el primer premio de la Bienal Christian Dior, generando así malestar en el medio. En dos artículos publicados en El Nacional por la periodista Margarita D’Amico (“Con el fuego de los dioses”, 21 de septiembre de 1989, y “Vaisman: por la gracia de Dior”, 10 de octubre de1989) se percibe la reacción que produjo su aparición en el medio artístico local. En el primero la periodista comenta con sorna: “dicen que es ‘famoso’ pero su obra no impacta”. Tras conocerse el veredicto del premio bienal, lo ataca en un segundo artículo, afirmando, tajantemente, que la obra es “mala”, aunque se lo quiera ver como el sucesor de Francis Picabia o de Andy Warhol. Seis años después (1995), la obra Verde por fuera, rojo por dentro es seleccionada para representar al país en la XLVI Biennale di Venezia, pero algunos grupos y autoridades alegan que no les parece conveniente esta obra, por considerar que remite a los ranchos-de-bloque (villas-miseria urbanizadas) y, de allí, al cinturón de pobreza que rodea a Caracas. Ante la situación, Vaisman desiste de la invitación.
Si la entrevista está impregnada de subjetividad (por el dolor y decepción, incluso indignación, experimentados por el artista) es, también, un valioso testimonio de la experiencia real de un artista sensible como Vaisman. Su inteligencia resalta aspectos negativos que afectan al medio cultural y sociopolítico venezolano; entre ellos, la mezquindad lamentable, las luchas de poder destructivas y la falta de seriedad en todos los aspectos. En cuanto al arte, Vaisman habla de la poca formación en historia del arte que tienen los “hiperjóvenes”, muchos de los cuales no conocen a los artistas de los setenta; señala que es difícil conocer bien el aporte de esos artistas, porque no se publican monografías sobre creadores contemporáneos.
Otro aspecto importante del texto implica que Vaisman habla (en 1999) bajo un contexto determinante: momento coyuntural de la historia venezolana que discute la aprobación de una nueva Constitución. Al respecto de este tema, destaca un rasgo (“venezolano” a su juicio) que incide en el arte: el problema de que en el país nunca habrá continuidad porque siempre hay que comenzar de nuevo.