En este texto, Juan Acha plantea la pregunta: “El arte Latinoamericano actual, ¿existe como una forma de expresión distinta?” como manera de examinar una pregunta más amplia y fundamental de lo que constituye una expresión estética original. El autor sostiene que, aunque los trabajos están influidos en diferentes grados por el contexto histórico y geográfico, la medida más básica de lo que denomina “distintividad” en el arte es una “singularidad” que “(…) de igual forma puede ser local o foránea”. Acha defiende también que la identidad latinoamericana es una entidad escurridiza, diversa y a menudo ambiciosa, y que el arte que de alguna forma expresa esta cualidad de “convertirse y llegar a ser” suele ser la mejor manera de representar el aspecto latinoamericano de “singularidad estética”. Por el contrario, los artistas que deliberadamente marcan sus obras con un “sello latinoamericano” inevitablemente fracasan en sus intentos de crear obras con mérito estético. Acha finaliza declarando que hay tres razones principales por las cuales el arte latinoamericano no ofrece una mayor calidad: En primer lugar, la gama de críticos, artistas, teóricos e historiadores está limitada a un pequeño número de componentes. En segundo lugar, el arte de Latinoamérica no ha tenido tiempo suficiente para desarrollarse (el autor indica 1920 como fin del “periodo colonial”). Y, en tercer lugar, el concepto de arte está demasiado confinado y no abarca, como debería, al amplio sector cultural de consumidores y productores, junto con los medios para difundir la cultura.