Jorge Romero Brest responde en este texto al artículo de Damián Bayón sobre las cualidades que hacen que el arte producido por los artistas latinoamericanos sea latinoamericano, y a cuatro preguntas relacionadas sobre la naturaleza del arte latinoamericano que le envió Carla Stellweg, la editora de Revista de Artes Visuales. Romero Brest comienza observando que, aunque concuerda en gran parte con el significado literal del texto de Bayón, la caracterización hecha por éste sobre la intención o el propósito artístico le pareció demasiado absoluta. En vez de eso, Brest sostiene que el valor de una obra debería verse como algo definido por la experiencia, como algo producido por el “juego dialéctico” que ocurre en cualquier contexto sociocultural. A seguir, responde en cuatro apartados (no reproducidos en el texto) a las preguntas relacionadas a la cuestión sobre la estética latinoamericana. En el primer apartado, distingue entre lo “estético” y lo “artístico”, definiendo “estético” como una forma creativa de existir en el mundo. Según Romero Brest, la “estética latinoamericana” no son las cualidades concretas que se hallan en las obras, sino que son “la conjunción de puntos de vista transitivos e intransitivos”. En el segundo apartado, Romero Brest sostiene que en Latinoamérica es imposible alcanzar la unidad estética debido a la “tremenda diversidad cultural” de la región. En el tercero, aboga por la investigación de los “modos estéticos” presentes en Latinoamérica que comprenden “(…) gestos, movimientos del cuerpo (…) la moda, entonaciones de la voz (…) ideas, instituciones, sentimientos, mandatos (…) en relación a las características medioambientales determinadas por la raza, la religión (como dogma o culto), el sistema político, la moral (…)”. En el cuarto apartado, Romero Brest aclara que, aunque es imposible situar el comienzo del arte latinoamericano en la historia, podemos analizar la pregunta sobre cuándo comenzó a buscar el arte latinoamericano la originalidad. Y sobre esto, sostiene que las áreas más prometedoras de originalidad estética de la región se encuentran en las culturas de las minorías, y entre ellas la de los grupos indígenas y de raza negra, junto con los jóvenes. Al final, concluye declarando la pintura de caballete como un medio empobrecido y anacrónico para tal propósito.