“Investigación de las basuras”, texto escrito por el narrador venezolano Adriano González León (1931–2008), es el prólogo del poemario de Caupolicán Ovalles (1936?2001) “¿Duerme usted, señor presidente?”, editado en 1962 por la agrupación El Techo de la Ballena (Caracas, 1961–68). Dentro de la producción editorial de El Techo de la Ballena, la publicación se considera como paradigmática por el uso descarnado, provocativo y hasta obsceno de su lenguaje, empleado descaradamente para ridiculizar a Rómulo Betancourt, presidente en funciones de Venezuela (1959?64). Parte de la “subversiva” publicación fue incautada en su momento, González León fue detenido por un tiempo breve por la policía política y Ovalles se vio forzado a huir del país.
El prólogo de González León no sólo caracteriza particularmente la poesía de Ovalles, sino también toda la estética “ballenera”, en tanto que, siendo una agrupación, las fronteras entre los géneros artísticos eran plurales y ambiguas; en efecto, la poesía, la narrativa, la plástica, el arte de acción coexistían de manera imbricada. Era imperante, para los “balleneros”, discernir sobre el acto de la “creación pura”, de forma tal que sus ensayos se convertían casi en manifiestos, y este no escapa de ello. Una lucha abierta contra las imposturas de cualquier naturaleza era la propuesta esencial de la mayoría de sus escritos, al igual que el persistente llamado a la trasgresión de códigos en cualquier género. Otra singular constante fue la apropiación de metáforas sórdidas, desagradables, repulsivas y en el límite de la tolerancia social: necrofilia y erotismo, tumores, pus y demás “basuras” con las que, en general, buscaban representar el deterioro y la degradación moral de la sociedad de la época.
El Techo de la Ballena fue una agrupación de artistas plásticos y escritores de la vanguardia venezolana que (entre los años 1961 y 1968) combinaron diferentes disciplinas: plástica, poesía, fotografía, cine y arte de acción, entre otras, para crear un arte de carácter revolucionario que, a su juicio, cuestionaba y combatía todos los valores socioculturales de la tradición en una de las décadas de mayor violencia política de Venezuela y de la cual fueron el equivalente artístico de la guerrilla, los postulados de la izquierda intelectual, la represión, la urbe deformada por el acelerado y forzado modelo desarrollista de la naciente democracia venezolana, marco de referencia en el que se desenvolvió la agrupación. En la plástica, asumieron la estética del informalismo a la que le añadieron una fuerte dosis de agresividad para contrariar así los valores de la geometría abstracta, del paisajismo tradicional y hasta del realismo social, sumado a una estrategia subversiva y provocadora, irracional y surrealista. Su producción editorial fue numerosa —entre la que se encuentran los tres números de la revista Rayado sobre el techo— al igual que sus exhibiciones. Sus integrantes fueron, entre otros, los venezolanos Carlos Contramaestre, Juan Calzadilla, Caupolicán Ovalles, Edmundo Aray, Francisco Pérez Perdomo, Salvador Garmendia, Adriano González León, Fernando Irazábal, Daniel González, Gabriel Morera, Gonzalo Castellanos y Perán Erminy, además de los extranjeros integrados al país como el chileno Dámaso Ogaz y los españoles J. M. Cruxent, Ángel Luque y Antonio Moya.