Roberto Fernández Retamar (1930-), poeta y crítico literario cubano, publicó por primera vez el ensayo “Caliban: Notes Toward a Discussion of Culture in Our America” [Calibán: Apuntes sobre la cultura de nuestra América] en el número septiembre y octubre de 1971 de Casa de Las Américas, revista editada por él mismo en La Habana desde 1965, una de las más destacadas voces anti imperialistas en los debates sobre cultura y política de Latinoamérica durante las décadas de sesenta y setenta. Este ensayo, donde Retamar expone el argumento de que sólo una sociedad socialista como la Cuba es capaz de fomentar una cultura americana auténtica, se opone duramente a la intervención estadounidense en Latinoamérica, y coloca en contraposición al mundo comunista en vías de desarrollo —los movimientos comunistas de Vietnam, China y los países africanos— como baluartes que enfrentan de lo que irónicamente denomina el “Mundo libre”. Entre otras cosas, este ensayo traza la historia de la resistencia anticolonial entre los intelectuales americanos, comenzando con Bolívar y Martí durante el siglo XIX, pasando por José Carlos Mariátegui y Alfonso Reyes en la década de veinte, y hasta los contemporáneos de Retamar, Frantz Fanon y Aimé Césaire. Por otra parte, Retamar sostiene que la negativa de los intelectuales latinoamericanos a rechazar los valores burgueses —especialmente en México y Argentina— ha contribuido a aumentar las posturas autocolonizadoras asumidas por [José Enrique] Rodó, Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes. La teoría de Retamar —en cuanto a que el personaje de Calibán (al mismo tiempo colonizado y esclavizado pero sin asimilarse y que ofrece resistencia) sirve como símbolo para la dialéctica de una cultura americana, una cultura-en-formación o, según sus propias palabras, “en movimiento”— procede en parte de la teoría marxista, de los fundamentos de Marx y Engels, al igual que de la idea de Gramsci sobre el intelectual orgánico. Resulta evidente que, en los últimos pasajes del ensayo de Retamar, donde cita profusamente tanto los discursos de Fidel Castro como los del Che Guevara, el autor tuvo en mente una visión socialista, donde lo cultural es creado de nuevo por las clases bajas, tal y como ocurrió durante la Revolución Cubana en la década de sesenta y principios de los setenta.