Waldo Frank explica en este discurso de qué forma se imagina un futuro en el que los Estados Unidos y Latinoamérica se han convertido en una América unificada espiritual y estéticamente. Frank comienza declarando su intención de hablar de forma honesta sobre su país (los Estados Unidos) además de abordar los problemas recíprocos en las relaciones entre la Argentina y los EE.UU. Promete hablar con sinceridad, aunque prevé que sus anfitriones discrepen en algunos puntos. Frank explica que ha ido a Argentina en calidad de artista con el deseo de crear una nueva América. Esta América, según atisba, es un “organismo” con un potencial que solamente los artistas de las diferentes disciplinas pueden materializar. Estará formada, totalmente, por nuevas culturas humanitarias donde las ideas y la comprensión mutua fluirán libremente entre los diferentes países y regiones. Frank imagina el proyecto de creación de la nueva América como análogo al de la creación de una obra de arte. Según el autor, el arte constituye un tipo de belleza que participa en la vida de forma consciente. Al abordar su crítica de los Estados Unidos, Frank declara que ésta ha sido siempre consecuencia del profundo amor por su país. Defiende a los Estados Unidos de los críticos extranjeros recordando al público que sus vicios son simplemente características derivadas del mundo moderno. A seguir, sostiene que toda América (de Norte a Sur) comparte una capacidad especial para volver a crearse como consecuencia de su prolongado pasado expuesto al misticismo y radicalismo (historia que traza hasta los colonos jesuitas y puritanos). Frank termina el discurso reafirmando su amor por los Estados Unidos y recordando a los oyentes que su generación tiene la responsabilidad de construir (por medio tanto de la integridad como de la entereza) una “América íntegra”.

Waldo Frank fue un novelista, historiador y crítico que ejerció su profesión en Nueva York. Su creciente interés en Latinoamérica durante la década de veinte coincidió con su mayor participación en la política. Frank pronunció este discurso en 1929, en una cena en Buenos Aires durante su gira por Latinoamérica en la que habló a un grupo de artistas argentinos sobre su visión de una América unificada, visión en la cual los Estados Unidos y Latinoamérica compartían el objetivo común de establecer sociedades humanitarias, estética y espiritualmente ilustradas. Frank trata al público —una nueva generación de escritores y otra clase de artistas— como colegas e iguales. Luego, admite también los aspectos contenciosos en la relaciones entre los Estados Unidos y Argentina. Frank defiende a su país, pero reconoce también los problemas derivados de la extrema aceleración de su modernización. Por lo general, Frank expone su visión de una nueva América unificada en términos espirituales y estéticos. Parece creer que si los artistas (definidos muy ampliamente por el autor como personas creativas que ejercen diversas disciplinas) se suman al proyecto de gestar una nueva América según los patrones de la belleza y la estética, en la región se fundarán formas de gobierno más humanitarias y abiertas, y esos países estarán más dispuestos y preparados para el intercambio mutuo. Cabe destacar que Frank se declara como místico y naturalista, además de los usos que hace de palabras como “luz”, “belleza” y “esencia” para esbozar su visión de América.