En esta carta, Simón Bolívar analiza una serie de asuntos relativos a las guerras de independencia que se libran en Latinoamérica con el fin de ofrecer información a Henry Cullen, caballero radicado en la isla de Jamaica. Bolívar comienza explicando que el rechazo al gobierno español está justificado por “las malas conductas de los gobernantes”, y por las muchas formas en que los españoles han tratado a los americanos como esclavos. Tras exponer la específicamente brutal forma de colonialismo español practicada en las Américas, cambia de perspectiva para hablar sobre la situación presente y futura de América. Luego, continúa describiendo los muchos frentes abiertos por todo el gran continente donde se dan batallas contra españoles, y destaca Venezuela, Ecuador (Quito) y México, evaluando posibilidades de éxito en cada una de las zonas. Bolívar sostiene, por ejemplo, que México es uno de los lugares donde ciertamente sus habitantes lograrán la libertad, mientras que las islas de Cuba y Puerto Rico permanecerán, sin lugar a dudas, bajo dominio español al estar aisladas de los movimientos por la independencia presentes en el continente. No obstante, predice que, con el paso del tiempo, España será derrotada por completo por la falta de recursos y por la cada vez mayor área geográfica en guerra. Dada la inevitable derrota española y los grandes beneficios que pueden obtener otros europeos como resultado de la independencia de los países americanos, Bolívar se pregunta: ¿por qué Europa no ha estado más activa en su apoyo a la causa? Mientras que muchos intelectuales y políticos europeos han escrito respaldando la causa, Bolívar señala que ninguno ha proporcionado ayuda real. Luego, continúa la carta respondiendo a la pregunta de Cullen sobre las formas de gobierno que se han establecido y se establecerán en América tras el fin de las guerras de independencia. Después de citar las diferentes configuraciones de gobierno republicano establecidas tanto en Venezuela y Chile como en México, Bolívar sostiene finalmente que las formas de gobierno populares no parecen funcionar en América, achacándolo a la influencia ejercida por las tan negativas cualidades de la colonización española, tales como la avaricia y la ambición. Más aún, mantiene que, como América no está todavía preparada para convertirse en una república pura y centralizada, lo mejor sería que se dividiera en una serie —incluso hasta diecisiete en total— de pequeñas repúblicas paternalistas, cada una de ellas con un congreso y una constitución, pero también con un fuerte gobernante que probablemente deba ejercer su cargo de por vida (modelo, según señala, como implantado en el México del momento). Ese es el tipo de gobierno más proclive a sobrevivir y a proporcionar una paz relativa aunque, según recalca Bolívar, para muchas de las regiones de América, la formación de un gobierno estable será un proceso en desarrollo que implicará futuras revoluciones. Bolívar concluye haciendo hincapié en que los criterios más importantes a la hora de elegir nuevas formas de gobierno para América deben ser las que aumenten sus probabilidades de éxito. En otras palabras, que los americanos deben buscar su unidad frente al enemigo común que España representa.