Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
La presentación de filmes fue un componente importante de la programación de exposiciones del CAYC desde sus primeros años, en línea con el propósito de postularse como espacio para la experimentación, particularmente aquella donde convergen arte-tecnología-y-comunicación. En este sentido, el CAYC funcionó como un continuador de la proyección que tuvo el Instituto Torcuato Di Tella en la Argentina de los sesenta, siendo el impulsor de una vanguardia que se adentraba en las lógicas de los medios de comunicación masiva, alentando lo interdisciplinario; esto es, artistas plásticos que se aventuraban en las prácticas del teatro radical, la moda, el diseño o el cine. En la propuesta de Glusberg, tales experiencias colaborativas se plantearon como modelos propicios para promover una nueva realidad social.
Esta parte de su actividad se afianza a partir de 1974, con la participación de Glusberg en Open Circuits. International Conference on the Future of Television, en el MoMA neoyorquino, y luego con los Encuentros Internacionales de Video organizados en el Centro capitalino, además de Londres, París, Ferrara, Amberes, Caracas, Barcelona, Lima, Ciudad de México y Tokyo. La muestra Brasil 74, que aquí se anuncia prefigura tales encuentros, organizados en sintonía con eventos similares que se desarrollaban globalmente desde mediados de los años sesenta.
Si bien la participación de artistas brasileños había sido escasa en los primeros años del Centro, la voluntad de consolidar un arte regional para América Latina hacia 1971 se vuelve uno de sus objetivos principales. Para Glusberg, tal unión no estaba basada en aspectos formales sino en “problemáticas en común”. Una gran figura articuladora fue clave; en esta etapa, el vínculo del CAYC con Brasil se produjo a través de la crítica brasileña, curadora e historiadora del arte Aracy Amaral (n. 1930).