Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
En el contexto progresista de una renovada escena cultural, habilitada por el ascenso en 1970 del Presidente electo Salvador Allende, Chile se presentaba (en especial ante América Latina) como una sede propicia para la circulación de proyectos a un lado y otro de la cordillera. Con el nuevo gobierno, artistas e intelectuales socialistas buscaron difundir sus obras más allá de los circuitos tradicionales del arte y la cultura e integrar al público a sectores de la sociedad a los cuales, hasta ese momento, no tenían acceso. Las brigadas muralistas chilenas intervinieron el espacio público con imágenes representativas de los cambios políticos propuestos por el gobierno de la Unidad Popular.
Para difundir la inauguración del Homenaje a Salvador Allende [consultar GT-285 (doc. no. 1476428)] el Centro envía esta nueva gacetilla ilustrada con dos murales: uno realizado por la Brigada Ramona Parra y otro por obreros cementeros de la localidad de Melones. Por otra parte, se anuncia la actuación en solidaridad con el pueblo chileno de Amelita Baltar, interpretando el tango Violetas Populares, compuesto por Astor Piazzolla, innovador compositor de tango (con bagaje erudito clásico) y Mario Trejo, vanguardista poeta y dramaturgo. Influido por el clima revolucionario al inicio de los años setenta, aunado a la renovación musical del género musical y en colaboración con distintos letristas, Piazzolla compone en aquella época varios tangos que interpelaban el contexto social: El Pueblo Joven, Pequeña canción para Matilde (con letra póstuma del poeta Pablo Neruda, a pedido de su viuda Matilde Urrutia) y una colaboración con el autor de Los pájaros perdidos, Mario Trejo, con quien compuso el tango antes referido dedicado a Violeta Parra y al sueño revolucionario.