Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
El año 1972 es un año clave en la consolidación del arte de sistemas como estrategia de promoción internacional del CAYC. Con la inauguración en mayo de dicha muestra en la III Bienal de Arte Coltejer, en Medellín (Colombia), comienza una intensa itinerancia por distintas ciudades latinoamericanas y europeas.
La exhibición Arte de Sistemas II (Buenos Aires, septiembre de 1972) se desarrolló en tres sedes: Arte de Sistemas Internacional (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires), Arte de Sistemas Argentina (Centro de Arte y Comunicación) y CAYC al Aire Libre. Arte e Ideología (Plaza Roberto Arlt), así como un ciclo de música experimental. Con la complejidad que suponen tres exposiciones, se aumentó el número de tendencias presentes, destacándose el predominio de un arte gestual, participativo, efímero, de estricto presente y de marcado carácter político.
Acentuando una estrategia curatorial ya iniciada en otras exposiciones, envían sus obras más de cien artistas, los cuales reúnen lo más destacado del arte contemporáneo en aquel momento. En esta edición aumenta la participación de los artistas de origen europeo. Esta gacetilla presenta esquemáticamente a Henri Chopin (1922–2008), el artista parisino y reconocido editor de OU, revista dedicada a la experimentación poética tanto europea como estadounidense, particularmente en su vertiente sonora y tecnológica.
A modo de declaración, el texto manifiesta la necesidad de una “poesía objetiva”, aquella que “cobra cuerpo” al penetrar directamente al espacio público. En ella, se proclama al artista como “agitador”, colocándose así, en línea, con los debates sobre la posibilidad de un arte idóneo para el cambio social.