Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
Al anunciar la inauguración [ver GT-133 (doc. no. 1476312)], Glusberg señalaba: “No existe un arte de los países latinoamericanos, pero sí una problemática propia, consecuente con su situación revolucionaria”. Esto pone en evidencia un viraje en el discurso divulgado inicialmente por el Centro, el cual, en sus primeros años había enfatizado la relación a explorar entre arte y desarrollo tecnológico. Ahora, el rol del artista implicaría señalar “los conflictos generados por las injustas relaciones sociales que priman en los pueblos latinoamericanos”. El trasfondo dictatorial en la región era evidente.
En esa misma línea, Pazos propone una serie de postulados para un arte latinoamericano “descolonizado” y “consciente”, el cual podría ser alcanzado recuperando los vínculos con la cultura popular, aunque también a través de la inevitable violencia. De hecho, sus reflexiones señalan el auge que tuvo en América Latina la difusión de la Teoría de la Dependencia, donde se planteaba la pobreza de esos países a partir de la opresión ejercida por las grandes potencias mundiales. La violencia surge, específicamente en el caso argentino, en el contexto de los inicios de la década del setenta marcada por el llamado a elecciones tras una serie de gobiernos de facto (Onganía, Levingston y Lanusse), la legalización de los partidos políticos, la formación de las organizaciones armadas, el retorno de Juan Domingo Perón de su largo exilio y el breve gobierno peronista de Héctor J. Cámpora. Esa serie de factores impulsó la movilización colectiva en todos los niveles y, en algunos casos, la violencia armada como vía de transformación social.
Luis Pazos fue miembro del denominado “Grupo de los Trece” original; lo integró junto a Jacques Bedel, Luis Fernando Benedit, Gregorio Dujovny, Carlos Ginzburg, Víctor Grippo, Jorge González Mir, Jorge Glusberg, Vicente Marotta, Alberto Pellegrino, Alfredo Portillos, Juan Carlos Romero y Julio Teich. Hacia un perfil…, fue la primera presentación del grupo bajo esa denominación en Buenos Aires, tras una primera aparición en la III Bienal Coltejer colombiana.
[Para mayor información al respecto del perfil ver GT-125 (doc. no. 1476409)].