Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
La propuesta de una “acción” que sucede en simultaneidad entre la Argentina y los EE.UU. muestra no sólo el interés en tematizar los avances de las tecnologías de la comunicación que la hacían posible, sino también el afán del CAYC por proyectar a Buenos Aires como parte integral del circuito del arte contemporáneo internacional. Por otra parte, dicha experiencia tiene antecedentes directos en happenings ocurridos en la década anterior; entre ellas las promovidas por el grupo denominado Arte de los Medios que operó desde mediados de los sesenta (Eduardo Costa, Raúl Escari y Roberto Jacoby).
La mención del “nitinol” como material que podría ser usado de modo innovador en la escultura es sintomática del énfasis puesto por el CAYC en las posibilidades surgidas del cruce entre arte y ciencia. Más aún, se buscaba involucrar al público como parte de la acción al poder irse a casa con un objeto que forma parte de la misma experiencia.
Originaria de la Argentina, Geny Dignac empezó a trabajar con luz, fuego y temperaturas a partir de una estadía en la capital norteamericana. Muestras importantes incluyen la primera presentación del E.A.T. en el Brooklyn Museum neoyorquino y, en el Museum of Fine Arts, Boston expuso dos de sus esculturas en la muestra Tierra, aire, fuego, agua: elementos artísticos. Su obra se presentó en varias versiones de Arte de Sistemas promovidas por el CAYC. En esa época, una de sus esculturas fue premiada en la Bienal de Cali (Colombia, 1969). Fascinada con el desierto de Sonora, se radicó definitivamente en Arizona desde 1978, donde desarrolló versiones con elementos experimentales para lo que denominaba como “gestos ígneos”.
Hugo de Soto, a su vez, es un artista oriundo de Cuba (n. 1928) y radicado en Norteamérica cuya pintura se despliega comercialmente desde la década de posguerra hasta la contemporaneidad. Sobre variantes de geometría abstracta gira su producción.
A su vez, José [Ygnacio] Bermúdez fue otro artista cubano (1922–1988). Radicado en los EE.UU. sus obras principales están en el Art Museum of The Americas en Washington, DC.